jueves, 9 de septiembre de 2010

ARTILUGIOS QUE COMPLICAN LA VIDA

Y que bien mirado tienen su " conque" Que están bien pensados, bien inventados y que te pueden dar muchas satisfacciones. Sobre todo si eres joven.
Me estoy refiriendo a las cámaras. A lo de hacer fotos. A lo de, como quiera llamarse ahora.
Porque cuando yo era una cría, años y años ha... ("Ha" quiere decir varias décadas) nadie por su cuenta podía hacer fotos.
Tenías que ir muy bien peinada y con el vestido nuevo a casa de un señor que te martirizaba durante un largo rato, sentándote en unas posturas muy raras e incómodas y que intentaba sacarte esa rara sonrisa que nunca más volviste a usar

Lo que, a los pocos días salía de esa máquina tapada con un trapo negro era un retrato. Retrato que, o bien se colgaba con su marco en una pared del salón o se ponía encima de la cómoda. (Este es el momento en el que los jóvenes ya no saben de qué estoy hablando).
En aquellos mismos tiempos y por la calle, había unos señores (Yo siempre he dicho señores, aunque fuesen retratistas) y que con su máquina al hombro para luego apoyar en un trípode, te hacían una fotografía.
Con estas no teníamos que sentarnos en raras posturas. Ni siquiera sonreír. El vestido nuevo sí. Siempre. No te ibas a hacer una foto con el uniforme de las Francesas.
Los más organizados, los que tenían inquietudes comerciales y querían ampliar el negocio, solían llevar una mesa bajita y cuatro sillas a juego. Los más audaces, los más innovadores llevaban un caballo de cartón casi de tamaño natural y un traje de gitana abierto por detrás, para que te lo pusieras encima de tu nuevo vestido y sirviese para todas las tallas. Que entonces ni siquiera sabíamos que existían las tallas. ¡Ah, y un sombrero cordobés de cartón negro!
No tenias que volver a por las fotografías ya que te las daban allí mismo. Pasado un ratito te las daban aún un poco húmedas y... ¡Hala! a comprobar que tú te viste más guapa al salir de casa...
Después vino lo de tu propia cámara. La compra del carrete. La de veinticuatro fotos te duraba más de un año. La emoción de llevarlo a revelar. El volver a por ellas y el seguir constatando que tú creías que ibas a salir mejor.
Las siete veladas no se cuentan.
"No he salido bien" decías siempre. Me daba el sol en los ojos.
Y luego vino el color. Y la Súper 8. Y esos barridos rápidos, de lado a lado y con una prisa innecesaria y que al verlas no sabias si estabas en Letur o en los fiordos noruegos. Y luego te cansaste de hacer fotos, porque lo que comprobabas era que, esas antiguas que te parecieron tan feas son ahora un bellezón comparadas con las últimas.
Y te sales ya de ese mundo de la propia imagen. Porque tienes ya en televisión esa imagen vívida de la gente célebre de la que solamente conocías el nombre.
Decir Luis Mariano era pensar en Violetas Imperiales y tatarearlo. Decir Antonio Gala era recrearte en su prosa.
Hoy un artista es un ser humano como tú y como yo. Con sus miserias, sus enfermedades, su deterioro y sus problemas .Es, en estos tiempos, en el que los ves, no en su arte, sino en su vida vulgar. Vida de hipotecas, juicios y embargos. De embarazos y yates. Y amores y desamores...
Es entonces cuando la imagen quieta estática ha perdido todo su valor.
Pero viene arrollando de nuevo la foto fija. Esa foto robada que es cuando te dicen los nietos, Mira abuela que foto te he hecho. Y tú sin enterarte. Pero ¿Cuándo? ¿Con qué? Pues con el móvil, que ya, para lo que menos sirve es para hablar. Que si me bajo música que si me subo foto, que si pongo un ms. Que si voto por Bisbal...
Pero luego, cualquier foto de estas la pueden mandar a un amigo. Sin nadie que la lleve en mano. Y la pueden guardar en el ordenador. Y la pueden escanear (¿pueden?) y darle un nuevo color y quitarle sombras. Y se puede hacer un montaje poniéndole a alguien a su lado. Y las pueden publicar en revistas y en televisión
Todo este tinglado se puede hacer por propia diversión y también para hundir a cualquier persona célebre y de paso ganar unos euroncillos.
He dicho célebre y no es tal. Célebre implica celebración, alegría. Alguien que merece que nos fijemos en él por sus triunfos Su buen hacer en cualquier campo.
Famoso es otra cosa. Hoy, en general, ser famoso puede venir de algún hecho que, en otros tiempos nos hubiera avergonzado.
A pesar de todo, compadezco a estas gentes que están permanentemente en los medios. nacionales y con las miras puestas a pasar a ser mundiales.
Lástima me dan porque están expuestos a que cualquiera, con su cámara, su video, o su móvil en mano, tengan la suerte de captar una imagen de "Supermenganito" dándole un beso de pésame a su cuñada y que esta imagen, bien adobada, con un sabroso comentario en pie de foto, pueda ser publicada y dar al traste con un matrimonio con dos hijos o con una pareja de hecho consolidada, que creo que quiere decir que llevan dieciocho meses y aún se siguen queriendo. ¿O consolidada es otra cosa? que yo cada día estoy más liada con lo que estoy viendo.

1 comentario:

Badulaque Electrónico dijo...

Las cámaras están por todas partes en las nuevas tecnologías, Ysabel. No solo en los móviles, hasta en los relojes, e incluso en las gafas. Pronto tendremos cámaras hasta en la sopa (micro-cámaras, por supuesto, gracias a la nanotecnología)